martes, 28 de diciembre de 2010

Reflexiones desde el margen # 2

El camino de la estética

Es algo siempre nuevo buscar el origen del miedo. Quizás una manera que nos llevara a algún sitio sería usar la estética, es decir, la apertura de nuevas puertas de expresión sin el uso de la voluntad ni reglas aprendidas. Desaprender todo lo posible, desembarazarnos de ese lastre de erudición más o menos rancia, acoplada a nosotros, perteneciente a otros –a miles de muertos-, y convertirnos en seres aerodinámicos, dúctiles. Quizás de esta manera podamos movernos en terrenos nuevos y ver y oír con algo distinto al ojo o el oído. Por que ¿no es el temor hijo nuestro, no lo hemos construido entre todos? Todos lo compartimos, todos le debemos algo, favores miles, disculpas miles, algún éxito más o menos duradero o fugaz, fracasos, el carácter entero en casi todos, todo un universo de incomprensión, prejuicios, malos amores, amistades legendarias malogradas, juicios y sentencia sumarias… todo, eso sí, con un indignado gesto en la mirada, un gallardo porte en la figura, la ceja arqueada y la cabeza ligeramente elevada y ladeada, que sea palmario el hecho que justa ha sido la sentencia y ejemplar el castigo. ¿No nos suena familiar? Miedo y más miedo, montañas de él. Es insoportable su hedor por todos lados, insoportable el color sucio con el que todos estamos impregnados, el ruido que añade a las lenguas…
Y las hojas siguen cayendo...

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