domingo, 19 de junio de 2011

Reflexiones desde el margen # 20


Los límites. La vida fragmentada

No suelo releer lo que escribo, más allá del simple mantenimiento de una mínima higiene gramatical y de estilo. Sobre el papel queda. Perdón, eso era antes (discúlpese el desliz nostálgico... ). Sobre "la nube" de bits queda, quiero decir.

No me importa mucho la forma, el continente. Me quedo con la espontaneidad y la, si se me permite, visceralidad... Es decir, una tendencia a navegar al pairo, de forma contemplativa, aunque con las velas desplegadas, preparado para recibir buen viento... Un cierto automatismo, en alguna medida "vegetativo", con centros de decisión autónomos, sin conexiones con la consciencia y la voluntad. Una forma de escribir, yo diría, que "intestinal", "pancreática". Es, quizás, una táctica para rodear y escapar silenciosamente del control de la voluntad consciente, controladora, censora, policial, del ego, para poder navegar libre.

Esta vez, sin embargo, sí he leído algo de lo dejado escrito, desde que abrí esta suerte de "espita" del caos interior, que es este humilde blog. Lo que he encontrado es cierta tendencia a la oscuridad, al peligroso buceo de profundidad, donde el amparo del aire libre y de la luminosidad no están aseguradas, donde el suelo es apenas perceptible y el cómodo y familiar mundo cartesiano de arriba-abajo, izquierda-derecha no existe.

Una querencia a la aventura extrema, sin garantías, a la búsqueda de lo desconocido, de monstruos de múltiples rostros, de demonios de ojos fríos, de ángeles disfrazados, de mensajes indescifrables, de pistas contradictorias. La búsqueda de los límites, como los montañeros de los ochomiles, sin comodidades, sin facilidades, sin oxígeno, sin miedo al miedo.

Las extremas profundidades, las extremas alturas. Los límites se tocan misteriosamente.

Algo vive allí, en los extremos, en las zonas inhóspitas. Eso, ello, está conectado a nosotros, a nuestra apacible y controlada existencia en la superficie. Es parte de nosotros, pero lo queremos lejos de nosotros. Eso, ello, habita en zonas tan profundas, que es común a todos, nos hace iguales desde abajo.

Si en un viaje a lo profundo lo intuimos, y nos llevamos su impronta (inefable) con nosotros, hacia arriba, donde la fresca brisa acaricia nuestros rostros, donde el sol calienta nuestra piel, podemos ver al otro, al desconocido, al anónimo, y decir, desde lo profundo... -hola! Te conozco. Eres como yo y yo soy como tú. Toda diferencia entre nosotros no importa más que un segundo en toda una vida-

Conocer las profundidades y sus secretos es conocernos a nosotros mismos.

El viajero de las profundidades, al final, quizás descubra que no hay un cálido arriba y un oscuro abajo, que todo es escenario engañoso y puesta en escena de la conciencia, que todo es fragmentación.

Desde abajo, donde no es posible la existencia del engaño, miramos hacia arriba y vemos seres fragmentados, el “sí mismo” se encuentra fisurado en múltiples piezas desconexas entre sí, autónomas, incluso enfrentadas: el ser de vida segura y luminosa esconde oscuras y profundas fisuras, vive diferentes vidas, cada una pequeñita, esclerótica. Un yo para la vida-trabajo, otro yo distinto para la vida-familia, otro para el yo-amigos, otro distinto para el yo-para-mí. Ningún yo para el universo, para la eternidad, para las profundidades insondables donde descansan llaves de conocimiento

La vida compartimentada en celdas estancas e impermeables.

Buceemos sin miedo, busquemos los límites, la manera de encontrar la unidad, una sóla vida, una gran conciencia, más allá de lo individual, pero con autoconocimiento, más allá de lo colectivo, pero todos juntos... hacia lo más alto, desde lo más profundo, hacia las estrellas.

8 comentarios:

  1. Es posible que actuemos de manera diferente según estemos en el trabajo, con amigos o en casa con la familia, que nuestra vida sea "fragmentada"y muestre facetas o caras diferentes, pero creo que siempre a corto plazo...nuestro yo mismo impregna a la larga nuestros actos, nuestra manera de pensar, de actuar; en casa nos conocen, los amigos tambien, y en el trabajo acaban por saber nuestras reacciones...
    En este mundo de los blogs todo puede ser tan falso y tan real...¿quien sabe?...sea como fuere como tú lo expresas: es una "espita"abierta...allá cada cual si expresa lo verdadero o lo falso.
    ¿conocerse a si mismo? este sería el tema importante que no habría que olvidar y que a veces resulta dificil, a la hora de entendernos en nuestras respuestas.
    Recibe mis saludos.

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  2. Quienes somos, cómo somos y para qué somos. No dejamos de plantearnos esto continuamente. No creo que sea el primero en pensar que hacernos estas preguntas es una forma de obtener conciencia de nuestra persona y de las conexiones que establecemos, de nuestra comunidad.
    Saludos.

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  3. Esa seria la clave para la autenticidad del ser humano, el comportarse como tu escribes, de forma natural, no diciendo lo políticamente correcto o adecuado para cada situación.
    La verdad que escribes muy bien, tienen un rico vocabulario,admirable.Gracias por compartir aire fresco.

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  4. Es cierto, Anna, que podemos ser identificados por nuestros actos, que cada uno poseemos un sello que nos diferencia y nos caracteriza entre los demás, que crea una continuidad estable e identificable, incluso en diferentes etapas de nuestras vidas. Es así, debe ser así. No sería posible la sociedad de otro modo. La libertad empieza siendo individual, o no es libertad. Ello, sin embargo, se acompaña, y es mi percepción personal, de un desarrollo parcelar de la vida (en unos más acusado que en otros), propio del alejamiento del hombre de su propia naturaleza, fenómeno propio del hombre occidental, y génesis, entre otras causas, de infelicidad. Es lo que llamo fragmentación, o fisura.
    Intuyo, por otra parte, capas profundas de la realidad más allá de lo formal e individual, que también forman parte de la vida, pero que están al margen de lo común, del lenguaje comunicable convencional. Conocerlas, a mi humilde opinión, nos acerca a nuestra naturaleza, aunque ello requiera despojarnos de lastre y equipaje, y estar dispuestos a explorar un mundo desconocido.

    Un abrazo individual, sólo para tí.

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  5. Hola Jota. Hacernos preguntas equivale a cargar con el equipamiento de alta montaña, descubrir sitios extremos inexplorados, y estar dispuestos a sondear nuestros propios límites.
    Un abrazo

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  6. Gracias, Pury.
    La sinceridad en el discurso empieza por uno mismo, es la música interior que cada uno escoge, es un fenómeno personal e íntimo. Si funciona, es un primer paso. Y un paso, ya es mucho.

    Un abrazo

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  7. JMFR,
    No hay manera de esconderse de uno mismo, a la larga los roles que creemos necesarios para encarar diferentes situaciones desaparecen y queda el yo desnudo. El estado puro del yo, ahi descubrimos si nos gusta lo que vemos.

    besos

    Carola

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  8. Hola Carola.
    Creo que es perfecto lo que dices: El yo desnudo, los roles descartados y apartados. La verdad delante, palpable. La mirada limpia, valiente, sin miedo.

    La realidad, amiga Carola, mal que nos pese, es otra (a mi modesto y falible entender):
    - sí existen mil maneras de esconderse de uno mismo. Mil y otras mil más. Hay personas que nunca se han acercado a su propia verdad por más que han vivido.
    - los roles, en más personas de las que creemos, jamás se logran despejar; quedan como escamas pegadas a los ojos, permanentes. Quedan como la realidad. Un decorado, papel pintado, toda la vida.
    - El estado puro del yo, la verdad desnuda, el más allá del reflejo del espejo, no se manifiesta. Por tanto...
    - No existe autodescubrimiento...

    Disculpa la pesadumbre.
    Me ha gustado mucho tu comentario
    Muchas gracias

    Un abrazo

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