lunes, 25 de abril de 2011

Reflexiones desde el margen # 18

Oír, escuchar, entender

Sólo palabras, cáscaras, pieles usadas por cientos de millones, máscaras. Oímos mal, escuchamos peor, no entendemos nada. Mejor dicho, no oímos a nadie, no escuchamos a nadie, no entendemos a nadie. Oímos y escuchamos espejismos, entendemos "luz de gas".
¿Cómo llegar al otro? ¿Cómo entenderlo? ¿Cómo obrar el prodigio?
Alguien habla y otro oye, incluso con atención, es decir, escucha... ¿y cuál es el resultado del proceso? Absolutamente nada.
El acceso al otro está bloqueado. Es imposible. Queremos hacerlo, la mayoría deseamos hacerlo.
Creemos entender al prójimo, conocerlo mediante lo que nos dice, mediante lo que vemos que hace, mediante la información que otros nos proporcionan. Otros a quienes, a su vez, creemos entenderles mediante lo que nos dicen, lo que vemos que hacen… Así construimos personajes, uno tras otro, hablamos con ellos, ellos nos hablan a los personajes que somos, a su vez, nosotros…
Montones de personajes imaginarios, miles, millones, accionando, incidiendo unos sobre otros, sobre las bases de conocimientos ficticios. Realidad y ficción fundidas en una mezcla onírica, adulterada, impostora. Guiones improvisados, hojas de guión que interpretamos mientras vamos quemando, párrafos que quedan en el olvido.

¿Por qué sucede ésto?
¿Por qué vemos tan lejos personas que están tan cerca?
¿Por qué es tan difícil comprender al otro?

Quizá preguntas equivocadas
Quizá uno debiera preguntarse quién es el otro
Quizá uno debiera empezar preguntándose quién es uno, o, mejor dicho, qué es uno

Errores tras errores, preguntas erróneas unas tras otras, nos llevan a complicadas, enredadas e intrincadas obras teatrales carentes de guión, nos convierten en personajes huérfanos de autor, ciegos y sordos, palpándonos los unos a los otros, interpretando sin conocimiento, sin discernimiento ni raciocinio. Creemos creer que creemos saber que debemos golpear, y golpeamos al otro, que recibirá el golpe y actuará según lo que el azar escriba en la blancura provisional de su guión de renglones mezclados.

Ese es nuestro aparato cognoscitivo, nuestro libreto, leído por un ciego, interpretado por un sordo, declamado por un mudo. Eso sí, con estas herramientas, con estos imperfectos útiles, elaboramos fiables juicios sumarísimos, con los que redactamos graníticas e inapelables sentencias, y golpeamos… o amamos desde la lejanía, con un amor de papel, con latidos descompasados, sin música, sin armonía…

Quizá no vemos, oímos ni entendemos en los demás nada que no provenga de nosotros mismos, de nuestro propio guión. Toda información proveniente del exterior, del otro, es transformada en módulos, estructuras propias, adecuadas a nuestra necesidad, a nuestros latidos, a nuestros particulares flujos, a nuestra historia, desapareciendo absolutamente en el proceso toda conexión con la fuente original, el prójimo, el próximo. El resultado final es un conocimiento falso y despojado de verdad. Por ello no es posible la experiencia directa del otro. Estamos demasiado llenos de nosotros mismos para que quepa un solo aliento hermano, ni un nanogramo que no sea yo y más yo. Los llamamos “los demás”, pero no son más que elaboraciones propias, construidas utilizando piezas usadas, mil veces usadas, materiales de segunda mano.

EL OTRO, POR TODO ÉSTO, NO EXISTE.

El único camino para conocer al otro, PARA DARLE VIDA Y EXISTENCIA es experimentarlo, vivirlo, directamente, sin mediaciones. Y ésto sólo es posible si nos vaciamos de nosotros mismos. Sólo si vaciamos nuestra alma, si perdemos el miedo al vacío, a la desnudez, al desabrigo. Sólo así, quizá, podremos encontrar la puerta de entrada a la infinita sala de los prodigios. Sólo así, tal vez, vislumbremos el cáliz, la tierra prometida, la luz clara y cristalina… la comunión con el amigo, con el enemigo, con el desconocido... comunión profunda, abisal, verdadera: sin instrumentos, sin traducciones... gotas de agua que se unen en el fondo del mar...

Dejemos nuestros desvanes limpios como patenas, abramos puertas, postigos, ventanas... respiremos profundamente y demos camino libre a la intuición.

La grandeza del alma es inversamente proporcional a su tamaño

Démonos prisa porque, fijaos, las hojas, ya perdido su verdor, ya cobrizas, caen y caen, y los árboles dejan ver su desnudez…

10 comentarios:

  1. Hola, es un escrito que relata justo lo que está pasando, estamos tan llenos de porqueria: miedos, verguenzas, tabús, etc.. todo programado de antaño, que no nos quedan los sentidos limpios, útiles, para poder percatarnos de nada , ni siquiera de nostros mismos.
    me ha gustado mucho pasar por aquí, espero hacerlo más a menudo.

    feliz Lunes
    Pury

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  2. Creo que en este caso escuchar y ver al otro se parecen.
    Uno es el otro.

    Estaría bueno como vos decís, vaciarse un poco de uno para recibir al otro.

    Saludos.

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  3. Es cierto que hay mucho de avaricia en el dar cotidiano, sí, es cierto. Pero no creo que sea una constante, ni tan definida ni tan universal. Tampoco creo que para brindarnos al otro debemos vaciarnos de nosotros mismos, por el contrario, si mantenemos nuestro interior pletórico podremos compartir con los demás nuestras propias vivencias y eso mismo es la entrega desinteresada, la que no espera más que recibir otro tanto de la honestidad, de la ética y del amor particular que se da en la entrega.
    No hay ficción cuando los personajes de la vida son transparentes. ¿Cómo ver a través de ellos? La Observación analítica, precisa, la atención puesta en el gesto, la inflexión de la voz, la mirada de frente… hay cosas que difícilmente engañan, lo que hay del otro lado es un espejo de nosotros mismos y en ellos nos identificamos, no como personalidad afín sino como seres humanos. No hay nada más previsible que el ser humano, basta con observar y observarnos. La mezquindad existe, pero quien no la posee la detecta a la distancia, sin falsos juicios y menos prejuicios, simplemente la “ve” porque la mezquindad se siente.
    No soy psicóloga, ni psiquiatra, ni médica, pero sin embargo mi trabajo es precisamente escuchar, y a través de él he aprendido los mil matices que se esconden detrás de las miserias humanas.
    No es difícil comprender al otro, basta con que la empatía juegue su papel , de esta forma, hasta los ilustres desconocidos estarán cerca nuestro, siempre y cuando merezcan la confianza de que le cedamos ese lugar, porque tampoco es cuestión de que nos hagamos cargo de las iniquidades que no nos pertenecen incorporándolas a nuestra cotidianeidad. Es regla de oro conocer nuestras propias limitaciones.
    Saber escuchar es un privilegio, y el ego no debe avergonzarse de reconocerlo.
    Haré de cuenta de que estamos departiendo café de por medio, con toda la atención y la calidez de una velada informal. Es un placer.
    Cariños.

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  4. Reflexión profunda que genera jugosos comentarios. Somos fabricadores constantes de personajes propios y ajenos pero es el juego de la vida que necesitamos para aprender a trascenderla.
    Un abrazo.

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  5. Muchas gracias por tu comentario, Pury. Creo que sí, que debemos buscar nuevos caminos para encontrarnos de verdad con los demás, sin turbideces, ni ruido

    Un abrazo

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  6. Me gusta muco la expresión, Pato, uno es el otro. Las diferencias, aunque existen, cuando no las colocas en la mácula de tu retina, se diluyen como tinta de calamar en el océano, se tornan borrosas en la visión periférica

    Un abrazo

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  7. Liliana, me siento honrado por tu lectura crítica, por tu elaborado comentario, preñado de bellas ideas, de elegantes y sentidos argumentos, tras los que intuyo un corazón que late bravo y noble. Te doy las gracias por ello muy sinceramente.

    Creo que hablamos de lo mismo, sólo que no coincidimos en las metáforas usadas y en sus significados (tengo cierta inclinación a la hipérbole, a las imágenes con acusados contrastes y a la metáfora flamígera, así como a escribir "a vuela pluma", sin mucha corrección posterior).

    Estoy básicamente de acuerdo contigo en lo fundamental.

    El concepto de vacío que uso y la forma en la que nuestra conciencia, a mi humilde juicio, aprehende el mundo exterior (basado en estructuras conocidas, nunca nuevas) entiendo que produzca cierto rechazo. Intentaré explicarme mejor en futuros textos

    Será un absoluto placer, y un honor, que sigamos compartiendo nuestras particulares miradas del mundo, durante deliciosas veladas de café y gozosa compañía.

    Un abrazo

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  8. Es cierto, Gloria, para despojarnos de los disfraces primero hay que crearlos. Crear para destruir y volver a empezar, con más luz, más alto, con más manos hermanas en las nuestras.

    Un abrazo

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  9. A decir verdad, José Miguel, mi comentario lejos de ser elaborado, fue un arranque impulsivo de ideas que sólo me surgieron ante un texto de enjundia, por lo tanto soy yo quien se siente honrada de poder compartir estas disquisiciones existenciales con vos (debería decirte “contigo”, que resulta tan bello, pero lo cierto es que soy argentina y nuestro lenguaje coloquial tiene los vicios propios del mestizaje cultural).

    Luego, también creo que hablamos básicamente de lo mismo, la mirada es una aunque el lenguaje discrepe en cuanto a la metáfora, y claro, la metáfora tiene múltiples interpretaciones, de ahí que tu “a vuela pluma”, no haya sido como mi “a vuela pluma”. Con lo cual ambos hemos empatado en cuanto a la espontaneidad de los textos. Y creo que esto es lo que finalmente cuenta.

    Del mismo modo, José Miguel, es un gran placer para mí compartir estas veladas. Estaré aquí cada vez que el tiempo me lo permita y espero que me lo permita cada vez que yo lo quiera. Tu respuesta es entrañable, muchísimas gracias.

    Un fuerte abrazo.

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  10. Eres un sol, amiga Liliana

    Nos veremos en el próximo café.

    Por cierto, el mestizaje de personas y culturas es un maravilloso milagro, y un regalo (todos somos mestizos). Ninguna de sus consecuencias, entre personas buenas, puede ser censurable (tengo compañeros argentinos en mi trabajo, y sus expresiones son música para mis oídos)

    Lo dicho, nos veremos en la próxima tertulia cafetera

    Un abrazo

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